‘Dejar de ser súbditos’, de Gerardo Pisarello: vivan los libros. Por Eloisa Piñeiro

Gerardo Pisarello nos regala un libro. Un libro sobre el pasado que apunta al futuro y que, a la vez, tiene mucho de performativo, buscando transformar nuestra realidad presente. Pisarello es un artesano de la narración del republicanismo democrático, escoge el material para moldear el deseo de una república emancipadora, anticolonial y feminista.

Eloísa Piñeiro Orge Profesora de Ciencia Política Publicado en :Soberanies 21/06/2021

Hamlet: Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que ha comido a un rey y comerse después el pez que alimentó aquel gusano.

Claudio: ¿Y qué quieres decir con eso?

Hamlet: Nada más que manifestar cómo un rey puede pasar progresivamente a las tripas de un mendigo.

Esta historia de reyes y reinas no es una historia de la monarquía, sino de aquellos que empujan la democracia más allá de las bóvedas sobre las que se asienta su orden.

Esta historia se cuenta y se escribe poco tal y como lo hace hoy Pisarello, a la manera republicana, sin dejar a nadie atrás.

Esta historia se escribe cuando se necesita, o cuando se atisba la pertinencia de contarla otra vez. Solé Tura y Eliseo Aja advirtieron en las páginas de Constituciones y periodos constituyentes en España (1808-1936) repasando, como lo hace también Pisarello constitución tras constitución, reinado tras reinado, que el 78 ofrecía una oportunidad única para superar los escollos que mantenían a una sociedad europea encerrada en el Antiguo Régimen en pleno siglo XX. Estos dos constitucionalistas, igual que Pisarello, escribieron su ensayo en un momento necesitado de impulso constituyente, de remoción de placas tectónicas políticas. ¿A qué nos impulsa hoy este libro? Pregunta retórica, ya que el autor lo deja claro desde el principio, antes de hacer repaso histórico de repúblicas que se abrieron camino a base de reyes caídos: “la limitación del poder monárquico como la de cualquier otro poder concertado nunca fue una concesión espontánea y generosa”, pero la historia indica que un rey déspota, imprudente o mentecato, despojado de legitimidad divina, puede acabar por acción u omisión y antes de tiempo, en las tripas de un mendigo.

La cultura de la legislación que diría Linda Colley, con sus tecnologías propias, como las Constituciones, esa modernidad que surge cuando la alfabetización creciente permite la circulación de las ideas escritas y de la política comparada a través de la sistematización de los gobiernos en las cartas magnas, supuso en España la sistematización del orden conservador oligárquico cuando el poder de la palabra escrita cambió los espadones por el turnismo, y a su vez, esa circulación de ideas permitió la organización de una pertinaz resistencia republicana democrática que tal y como nos explica Pisarello en su recorrido histórico, ha llegado hasta nuestros días. En España, dice, “la Carta Magna y la Monarquía parecen indisociables”, -así como lo son también la monarquía y el nacionalismo español-. Por eso, repetimos, a cada generación su constitución.

Este libro llega en un momento inmejorable, al final de una dura pandemia que nos obligó a retirarnos y a replegarnos en el miedo desde donde, vimos, florecían discursos de odio y desprecio envueltos en marcos trumpistas y una política de la desconfianza escondida en confusas conspiranoias. La indolencia propia del verano que está al caer nos deja tiempo para imaginar sobre las repúblicas posibles y para volver a juntarnos, bien despiertas otra vez, para perseguir el sueño de dejar de ser súbditas, ayudándonos del impulso de este ofrecimiento generoso de Pisarello, increíblemente bien documentado, como toda buena genealogía. El repaso de textos jurídicos, de ensayos, de películas, de documentales, de teatro… empujan un relato contracultural de la monarquía hispánica tremendamente erudito y pedagógico. Pisarello ofrece, generoso, expandir el conocimiento más allá de sus páginas y de lo estrictamente academicista, siendo estas fuentes variadas una parte importante de la interpretación y de la lectura de la historia, y sobre todo del futuro, que es a donde apunta, esperanzador, este libro. 

Pero no demos por hecho una amalgama informe de citas presuntuosas. Pisarello es un artesano de la narración del republicanismo democrático y escoge cuidadosamente el material para moldear el deseo de una república emancipadora, anticolonial – “la monarquía española nació como régimen imperialista, colonial y genocida”- y feminista. La erudición enorme que rebosa este ensayo es personal y política. Es profusa en bibliografía y específica sobre la acción de las mujeres en el siglo de las revoluciones y sobre su contribución a la historia hasta el día de hoy. ¿Cuántas veces, ávidas por entender y conocer, hemos leído genealogías y recorridos históricos de tradiciones propias en las que buscar reflejo, y tradiciones ajenas en la que buscar inspiración, sin ver en ellas a una sola mujer? Por eso, llama la atención, y no nos acostumbramos ni aun viniendo del flanco izquierdo que haya autores como Gerardo que tiñan su relato de perspectiva de género. Y digo “teñir” porque las mujeres están, como están y han estado siempre, no a modo de “añadir mujeres y remover”, sino siendo agentes de sus propios destinos y del de los demás. La historia es nuestra. Por eso, este libro sobre algo que puede sonar tan arcaico como la monarquía hispánica es tremendamente actual, hijo de su tiempo y de esta cuarta ola maravillosa que el autor vivió desde las instituciones y que aun así o por eso, fue notoriamente impregnado por ella.

En esta revisión anticolonial y feminista conmueve la forma de denunciar el “enorme machismo a la hora de relatar la historia de la monarquía incluso en historiadores de izquierda”. Así, Gerardo empatiza incluso con la figura humana de Isabel II y arremete contra el machismo impreso en la interpretación de la sexualidad de la Reina, generalmente sujeta al chascarrillo y al juicio moral aun en autores tan reputados y robustos como podría ser, por ejemplo, un Hugh Thomas molesto con la promiscuidad de esta mujer reina. “Esta curiosa etapa finalizó en 1868 cuando la Reina Isabel, que era ninfómana, fue destronada por Prim, el más grande de los generales liberales de España”. Esta antítesis entre Prim y la Reina, entre la monarca y el liberal, mediada y reforzada por el efecto de la sexualidad irrefrenable de Isabel, evidencia como irremediable el golpe de estado frente a tamaño despropósito de adulterio y promiscuidad “por otro lado, tan promiscua como cualquier otro miembro de la aristocracia europea en aquel momento”, como ha señalado el propio Pisarello. Sólo un ejemplo de uno de los más grandes resbalando en la trampa del sesgo sexista, para ilustrar lo que es más que habitual entre casi todos los que nos han relatado la historia desde las grandes tribunas y los grandes ensayos.

En esta misma línea de revisión y reconocimiento desde el republicanismo democrático, llama también la atención cómo Gerardo se detiene en señalar una genealogía de los “males” de la corona española cuyo pecado originario surge de la violencia colonizadora desde el establecimiento del Imperio. Contar lo que hasta ahora era un relato marginal, como algo central y constitutivo del régimen en el que vivimos, es también una decisión republicana que reclama y abre ese espacio de reconocimiento y relectura desde el pensamiento anticolonial que convierte la propuesta republicana de Pisarello en democrática e interseccional.

Así que este libro sobre el pasado, que apunta al futuro y que a la vez es tan contemporáneo, tiene mucho de performativo, y su mera escritura, circulación y lectura transforma la realidad haciéndola más republicana.

Una o dos generaciones después de la pedagogía preventiva y propositiva de Solé Tura y Eliseo Aja, ¿qué nos advierte esta vez Pisarello? ¿Qué nos propone con este ensayo en este momento de interregnos?: El anhelo de Arcadi Oliveres: “Vosotros sí lo veréis”

Por eso, y por el poder performativo, “vivan los libros”.

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